7 mar 2014

Poema "En Mi Pueblo"

EN MI PUEBLO

Entramos al pueblo
y nuestras chozas
nos mostraron sus heridas
unas ya muertas
otras con tizne de cenizas,
batía como tinya en carnavales
el pecho de cada uno
y el olor a muerte
anchaba nuestras narices furiosas
de nada poder hacer,
Euscadio buscó a Teresa niña
Marcial a Rosa joven
y Epifanio a su Hermelinda
madre a su hija
a su madre
y todos, todas
todos quemados dentro
o colgados expirando estaban
en cruces como iglesia.
primero habían llegado los verdes:
los sapos con sus babas
sus panzas y sus suciedades
luego de arriba saltaron más,
bastantes con cóleras
escondidos sus temores, sus rostros
asustados se inflaban,
lisuras nomás se oían
que los sapos vomitaban
y nos sacaron a la fuerza afuera
afuera y en ahí nomás
nos separaron hombres de mujeres
y nosotras con nuestros hijos
nomás quedábamos intranquilas
esperando qué hacer
callados qué hacer
callados nomás, mirando nomás
y al Santiago lo amarraron tres
tres cartuchos a su cuerpo
por ser el que mandaba

… … …

¡Chissst! No hagas bulla, compañera
yo te haré salir de aquí
te han traído los llevados
allá adonde en picas ponen
las cabezas o los cuerpos en estacas
azuzando azuzando
diciendo
somos diablos cachos negros:
estos nomás pocos son
y en este pueblo ahora nomás
están equivocados
mañana cuando el camino vuelva
a abrirse
entenderán
vete tú nomás, escapa ya Marcela.
y así lo mataron a mi Severo,
mi Severino, Severinito
mi hijo, mi marido, mi camarada,
buen hombre era
diestro con su honda y su dolor
con su fuerza de corazón
pero han quedado sus marcas
en los mayos
en las piedras del río
en las tunas verdes
en los ojos también.
Por salvar a Marcela mataron a Severino.

… … …

En un alto
todos juntos en mi pueblo
recordaban con un trago seco
sus heridas y sus muertos
sin un llanto sin lamento
de pie brindaban por los ausentes
Marcial, Marcela, Juancho
¡Presentes!
de cuando hubo guerra
para librarse de las montañas
que pesaban sobre sus hombros
siendo siervos
severos
canciones entonaban himnos huaynos
todos recordando
y ¡ay! Aí donde estás caminando
le reventaron su cuerpo
y con cada pedazo ardieron
choza a choza yendo
riendo como locos, los sapos
mataron a mi pueblo.
Y yo me escapé para contarlo.

… … …

Más antes, en mi pueblo,
éramos jóvenes, no había escuela
pero llegó maestro, bueno era
sus ropas nomás otro eran
y hablábamos igual,
y como nuestro lugar
de Anzunio acá y de Marcarajayoc acá
lo mismo nomás es, de por allá
bajando los cerros a su atrás
venían de ai también:
entonces éramos hartos niños
así aprendí yo a leer y escribir
padre decía él se había olvidado
sabiendo
porque acá no llegaban letras nunca
ni lápiz ni cuaderno había,
sólo en tienda para apuntar los pagos
para apuntar los pagos que faltan.

Un día mamá murió de tos
y nos dejó con todos los hermanos
el wa –wa que tuvo también se murió
y enterramos juntos en una pampa
el profesor vino diciendo había que poner cruz, en marca,
las plantas habían hecho ofrenda
sus pensamientos, retamos, aliso
y el tucuy vino alborotado a cantar.
después también Juliana y el Tadeo
tosieron y murieron,
los mayores se fueron
la tierra se puso como las manos
puras rayas, grietas, arrugada
dura, ni chaquitaclla se clavaba
así fue como pasó que otros
de otras chozas
también morían,
hasta el tucuy nos comimos
ya los gusanos no había, ni gente
para alegrar los caminos
tan callados los pasos se iban
ni lloraban ya las mujeres viudas
no se movían las criaturitas
el cielo como detenido
sin colores
pero ya después pasó
y llegó el agua de lluvia brillante
otra vez empezamos a sembrar
los que quedamos y los nacidos más.

… … …

Y en mi pueblo pocos animales hay
pero hermosas son las mujeres
mira, con sus ojos grandes de vicuña
suavecitas te clavan su espina
en aquí dentro
para que por la noche
tú la sueñes y se te aparezca
de la cuesta abajo del cerro,
como las lomitas
se resbala tu sangre adentro
cuando andando la ves
en tu delante
y si aparece su sonrisa dobladita
ya ves que te quiere
soltado como el río su cabello
te envuelve y se enreda
a mi pecho con sudor ya
y en la piedra haces una seña tú
seña ella y aquí nomás
corriendo te la encuentras
y hasta las pencas ven
qué rojita se pone como el sol
y ya después le haces su choza
porque ella exige nomás los dos como torcazas en su nido
y … aí nomás.

… … …

Esta vez, en mi pueblo
salieron las mujeres a lavar
con las solteras más
y sus niños, iban brincando
contentos iban ellos, además
de sus madres
y sus tías , al río iban
arremangadas sus faldas
y los chicos más grandes
ellos mirando estaban
más pero cargaban ayudando
cuando lavaban agachadas
las ropas las frazadas
con piedras las golpeaban
al sol las estiraban mojaditas,
amarradas iban renegando
sus trenzas las ancianas
que cuentan del ayer
sacando sus sombreros sin lamentos
historias de malvados y guerrilleros
todo muy alegre en la orilla
oliendo a menta y hierbabuena
pareciendo feria casi:
riendo, murmurando, chistoseando
y así igualito con su alcohol pero
y chacchando
se acomodaban los varones
más abajo con sus hoces
huaracas y ganados
y los perros fuerte ladra y ladra
iban corriendo entre la cañas;
sin marchitarse mi pueblo
olía a pasto a niño a río
hacía yo venir los músicos borrachos
para cantar la agricultura
de unos cerros pelados y laderitas angostas
y sus ropas de las mujeres
flores grandes rosadas rojas semejaban
los sombreros varoniles: nidos
del árbol verde de la vida
con sus pies anchos de tanto andar
y para seguir la caminata
tantas veces
mataron este pueblo
tantas veces más
nacieron combatientes y rebeldes

… … …

Y ahora todos iguales
mandando nosotros en mi pueblo
en comunas trabajamos
discutiendo siempre claro
alegres alertas vigilantes
se mantienen las masas en el pueblo
con sus hoces y martillos

Elena Yparraguirre Revoredo
(Dic. 2001)

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